Les presento Alicia Villauriz. Es la secretaria general del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Supuestamente esta señora ha dicho: “No hay perturbación grave para pedir el almacenamiento”. Y digo supuestamente porque, por mucho que he rebuscado en teletipos y demás fuentes al uso, yo no he visto estas declaraciones por ninguna parte. A pesar de ello, me las creo teniendo en cuenta la solvencia de la periodista que ha escrito la nota de prensa en la que se recoge tan controvertida afirmación. Ya les digo yo que el comunicado es de COAG y que, como es lógico, a los dirigentes de esta organización agraria -yo diría también que a la unanimidad de los aceituneros- no les ha gustado un pelo que una representante tan autorizada del Gobierno diga ‘tranquilos majetes, que aquí no pasa nada’.
Dos reflexiones. Una de corto recorrido y otra de largo. Vayamos con la primera. La OCM del aceite de oliva recoge dos posibilidades para poner en marcha la intervención. Una de ellas, cien por cien objetivable, es que los precios bajen de unos umbrales mínimos durante dos semanas consecutivas. Esto no sucede con ninguna de las calidades: ni con los extras, ni con los vírgenes, ni con los lampantes. Es más, probablemente esto no pase nunca -los mínimos son demasiado bajos-. La segunda opción es a la que se refiere Villauriz, que exista “una perturbación grave en los mercados”. Y esto sí que es subjetivo. Una de las cosas que he aprendido en estos ocho años haciendo información económica es que un mismo dato numérico puede tener interpretaciones diametralmente opuestas dependiendo de los intereses del que hable.
Esto último es lo que no entiendo. ¿Es que los intereses del sector son distintos que los del Ejecutivo? Vamos a ver. Según los números de la Agencia para el Aceite de Oliva, nos movemos en unas producciones ajustadas y con un consumo que se ha incrementado un 9 por ciento gracias a las exportaciones. Me refiero a los cuatro primeros meses del ejercicio. Con estas circunstancias y en tiempos no muy lejanos, la cotización media del kilo de ‘oro líquido’ era 2,40 euros. Ahora estamos en 1,77. Insisto, se trata de realidades idénticas en un espacio de tiempo de no más de cuatro años. ¿Ustedes consideran que “no hay una perturbación grave de los mercados”? Sí, puede ser más o menos cuestionable -igual lo anómalo era lo de hace cuatro años-, pero sinceramente no sé el ‘esfuerzo titánico’ que cuesta pedirle a Bruselas que se interese por el asunto. Básicamente porque está en juego los intereses de 110.000 familias sólo en Jaén. Entiendo que habrá otras prioridades.
Una segunda digresión. Qué triste es que cada vez que estamos jodidos -algo nada extraordinario, por cierto- haya que acudir a lo público para que nos saquen las castañas del fuego. Voy a pisar un charco. Estamos ante el absoluto fracaso de una política de subsidios incapaz de generar inversión productiva ‘sostenible’ -ahora que está tan de moda esta palabra-. Tienen que cambiar muchísimas cosas, entre ellas las mentalidades, para que la nave tome un nuevo rumbo. Y que nadie vea un trasfondo político -o partitocrático- en mis palabras-. Se equivocaría de lleno. Tanto los unos como los otros lo han hecho rematadamente mal. A los hechos me remito.
P. D. No puedo evitar un breve comentario respecto a lo de Evo Morales, el pollo y los transgénicos. Jamás le reiré la gracia a alguien que sigue pensando que la homosexualidad es una desviación.