Llevo un rato dándole vueltas. ¿Hablo o no hablo del asuntillo? La decisión no es fácil. Este fin de semana de contrastes nos deja una panoplia de temas de gran interés. La estrategia de Ferrari, las penurias del Real Jaén, al apoyo de María Lapiedra a Joan Laporta en su carrera electoral… Pues me quedo con esto último. Aclaro. Con lo de la campaña de las catalanas, no con lo de María Lapiedra -aunque estoy seguro de que sería de mayor agrado del respetable-. Y es que poco ha tardado el político de turno en arremeter contra los andaluces. Se trata de Joan Puigcercós, que ha afirmado entre sus acólitos que “en Andalucía no paga impuestos ni dios”.

Ya les adelanto que no pienso proferir ni un solo insulto contra Puigcercós, ni contra los que aplauden su discurso, ni contra su partido. Todas las ideas me parecen respetables, aunque siempre he albergado serias dudas de que los problemas territoriales se solucionen creando microestados. No lo tenía nada claro antes de que la economía se hundiera y mucho menos lo tengo ahora, en un contexto de crisis globalizada. Pero bueno, no quiero desviarme del asunto. Me quedo con el mensaje en sí. Qué aburrido eres Puigcercós. ¿No se te ocurre nada más original? Es que siempre es lo mismo. Que si los andaluces son unos indolentes, que si viven del cuento, que si las subvenciones, que si están todo el puto día bailando sevillanas y comiendo pescaíto, que si la siesta, que si los chiquillos son más tontos que Abundio… No me digan que no son cargantes.

Vamos a ver, Puigcercós. Desde aquí hago un llamamiento para que no te vote ni dios -ya que estamos con el ser supremo-. Pero no por tu ideología, ni por tus propuestas electorales -seguro que serán brillantísimas-, ni porque seas más guapo o más feo, sino porque eres un pelma. Vivimos en mundo lleno de pesados. Así es la realidad y así hemos de asumirla, desgraciadamente. A pesar de ello, tenemos que intentar por todos medios, seamos ‘charnegus’, catalanistas, españoles, andaluces o mexicanos, que éstos no alcancen más notoriedad que la estrictamente necesaria porque esta sociedad no admite ya más pesados. Está ahíta de tíos cansinos que se empeñan en repetir millones y millones de veces la misma cantinela. Ya vale, por favor, ya vale.