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jorgepastor2000

Patadón y tentetieso

Mierdas por doquier

Mierdón

Hay perros que han pasado a la Historia por haber participado en sonadas hazañas. Argos, por ejemplo, fue el único que reconoció a Ulises tras regresar de Ítaca. Mushka fue enviado al espacio en el Sputnik 6. Idefix salvó varias veces la vida de Obelix. Kripto, dotado de extraordinarios poderes, acompañó a Supermán en más de una aventura. A esta nómina habría que agregar todos aquellos canes anónimos que ayudan a los hombres a buscar otros hombres, a encontrar droga camuflada en los bajos de un camión o a hacer más llevadera la soledad. También, por qué no, habría que destacar a otros que se han hecho famosos por razones menos nobles, como el de Sara Montiel, especialista en detectar periodistas, o uno de mi barrio, que planta en medio de la acera las mayores caquitas a este lado del Mississipi.

A éste, alma candida, y a su dueño, un desaprensivo, quería dedicarles estas letras. Todas las noches dejan ‘el recuerdo’ -hablo en plural aunque, obviamente, el chucho está descargado de responsabilidad-. Lo sé porque justo a continuación del excremento suele haber sospechosas huellas de seres humanos que, despreocupados, aplastan esos curiosos montoncitos que, según cuenta la leyenda, proporcionan dicha. Algunos asiduos, medio ironía medio en serio, ya denominan aquel rincón como el ‘de la felicidad’. Lo entenderán perfectamente si le echan un vistazo a la hermosa foto de arriba, todo un bodegón -no vean con qué cara me miraba la vecindad cuando me veían buscando el mejor plano-.

Al principio me indignaba. «Joder, como es posible que haya gente tan guarra», mascullaba para mis adentros. Con el tiempo se aplacaron los ánimos. Hasta hace una semana. Les cuento. Llegaba tarde y por fin pude observar en la lejanía al tuso de mis desvelos. Estaba defecando, por supuesto. Y junto a él, su propietario, el hombre misterioso, ataviado con una especie de levita y ajeno al proceder de su mascota. Aceleré los andares con el firme propósito de afearle la conducta, pero se batió en retirada. Me la jugué. Nunca sabes lo que puede pasar cuando te diriges al prójimo para llamarle guarro. Igual te llevas una hostia, pero siempre podrás contar a los nietos que te jugaste el bigote por una causa justa.

Los animales son seres instintivos, que se comportan en función de los hábitos y costumbres que les inculcan sus amos. Son éstos, y entre éstos los más chanchos, los que están colaborando más activamente a que esta ciudad esté hecha una auténtica ‘mierda‘.

'El día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo' (García Márquez)

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