El Fondo Monetario Internacional ha reconocido que no fue capaz de diagnosticar las causas y las consecuencias de la crisis más hijo de puta que se recuerda. A la vejez vihuelas. ¿Alguien se sorprende? Creo que pocos. Estamos ante el organismo internacional con mayor margen de error en cualquier tipo de vaticinio sobre la evolución de la economía. Lo que mosquea es que sea ahora, que ya vamos para cuatro años de jodienda, cuando estos señores se den golpes en el pecho. El asunto, que no merecería mayor comentario dada la escasa credibilidad del FMI, ha reabierto, sin embargo, un debate que realmente nunca se había olvidado: ¿quién tiene la responsabilidad del fiasco? Y es que resulta que el presidente del FMI era Rodrigo Rato, una circunstancia que ha sido aprovechada desde ámbitos zapaterófilos -y por el propio ZP- para redimir de culpa al Gobierno.

Pues vale, admito ‘tonto del haba’ como animal de compañía. Hablemos someramente del asuntillo. Más que nada para que los 77.000 parados de Jaén, los dueños de los 23,3 pequeños negocios que cierran cada día en la provincia, los 40.000 funcionarios a los que les han rebajado el sueldo un 5 por ciento, etcétera, etécetera, etcétera tengan meridianamente claro en quien tienen que ciscarse cada vez que vean el telediario.

Por lo pronto, pues eso, en el FMI, por su absoluta incompetencia y por venirnos ahora con el cuento chino de ‘no saben cuánto lo lamento, perdónenme’. Anda y que les zurzan. Después, en el Gobierno, pero no sólo en éste, sino en todos los anteriores. En éste porque, en efecto, no fue causante directo de la debacle, pero sí contribuyó a que la situación se degradara mirando para otra parte y propiciando, mediante unos presupuestos desacertados y unas políticas errantes, un déficit disparatado, y en los anteriores, por alentar un modelo de economía basado en la especulación inmobiliaria -ésta es la madre del cordero- y no en el conocimiento.

¿En quién más pueden acordarse? Pues en la oposición del PP, que mientras España clamaba pactos, éstos optaban por no ensuciarse las manos perfectamente conscientes de que los réditos electorales vendrían solos. En las entidades financieras, que facilitaron el endeudamiento de miles y miles de familias -ahora embargadas y desahuciadas- y que han cerrado el grifo pese a que algunos de ellos siguen teniendo beneficios multimillonarios. En ’empresarios’ sin escrúpulos, que aprovecharon el desconcierto para justificar despidos arbitrarios. Y así una larga de lista que ustedes pueden completar tranquilamente en sus casas porque a mí este tema ya me aburre un montón.