El resacón del ‘pelotazo’ pepero continúa. En el sentido figurado y en el real, créanme. Pese al hartazgo político, que me costa que existe, no me resisto a hacer una breve reflexión. Tampoco me voy a meter en vericuetos. Miren, hace una semana, publiqué un articulillo premonitorio que titulé ‘La hostia’. Me consta que la gacetilla no sentó bien en la guardia pretoriana socialista, que se sintió ofendida por mis augurios poco halagüeños. Está feo que lo diga, pero la clavé. Y no hablo desde la posición ventajista de conocer los resultados, sino tirando de sentido común y otorgándole a los problemas de la economía la importancia que realmente tienen. O sea, toda. Los hechos me han dado la razón. Ahí están, por ejemplo, los 10.000 votos de diferencia en una capital como Jaén, cuando en las municipales anteriores el duelo se dirimió por cuatrocientas papeletas.

Éste ha sido, bajo mi punto de vista, el grandísimo error del PSOE, el no tratar con el debido respeto a ese vitorino de cuernos afilados llamado ‘crisis’ -ya saben, puta-putísima como ella sola-. Partiendo de la base de que el desgaste electoral estaba asegurado, algo que también se empecinaban en negar los acólitos de la rosa, sólo con proyectos y propuestas relacionadas con la creación de empleo y la inversión productiva se podía albergar alguna esperanza de escapar con vida de un leñazo garantizado. Pero no. No quisieron verlo y plantearon el programa en una clave que podía ser muy válida hace cuatro o cinco años, cuando vivíamos en el maravilloso mundo de Pin y Pon, y no ahora, metidos en la ciénaga hasta el cuello. Lo de la Ciudad Sanitaria, el soterramiento de las vías del tren y encender las luces para que los jóvenes se bañen por la noche es cojonudísimo, como también lo era el tranvía, pero en estos momentos la principal preocupación de los ciudadanos es el paro y, sobre todo, el miedo a perder el puesto de trabajo.

El PP barrió. Lo hizo en Jaén, en Granada y en toda España. Enhorabuena. Pero creo que también ‘sería prudente ser prudente’, valga el juego facilón de palabras. Fernández de Moya, por citar el caso de Jaén ‘bella ciudad de la luz’, erraría de pleno si no tuviera clarísimo que su encumbramiento se debe a lo que se debe. Compartí una jornada de campaña con él y quiero pensar que, en efecto, este hombre tiene los pies en el suelo. Es más. En su discurso de entronización no dudó en referirse prioritariamente a la necesidad de traer empresas. Él me comentó -y esto es una confidencia- que incluso ya había mantenido algún contacto para atraer capital a ese pretendido ‘dorado del sur’ -palabras de la ínclita Fernández de la Vega- llamado Jaén. La alcaldesa Peñalver, que aceptó la derrota con mucha dignidad, por cierto, se la pegó a causa de la crisis. Y Fernández de Moya, ya corregidor in pectore, está ahí como consecuencia de la crisis. Así que manos a la obra que no hay un segundo que perder.