‘Cogito ergo sum’. ‘Pienso luego existo’. Le robo el aforismo al bueno de Descartes, amigo desde mis años mozos, para justificar lo que nunca tendría que justificar: que mi pensamiento ha evolucionado de dos semanas a esta parte. ‘Pienso luego existo’. Hace unos días expresaba mis vacilaciones sobre la legitimidad de los sueldos que tendrán los liberados en el Ayuntamiento de Jaén (PP). No lo tenía claro. Les decía que la musiquita ‘3.200 euros brutos al mes’ sonaba mal en tiempos de vacas famélicas como los que vivimos. Además, acudiendo a las siempre odiosas comparaciones, les comentaba que me parecía un agravio esto de los 3.200 euros frente a los 1.100 que percibe de promedio un jaenerito de a pie. Pues eso, que ya no tengo ninguna duda. Que después de hablar del asunto con allegados, después de escuchar argumentos a favor y en contra, después de analizar el debate generado en las redes sociales a raíz del artículo que les estoy refiriendo -‘Privilegios del pasado’, se titulaba-, me parece que esto de los 3.200 euros no se sostiene se coja por donde se coja. Además, el planteamiento es erróneo. No son 3.200 euros; son 3.200 euros más otras propinillas asociadas a la asistencia a comisiones, plenos y demás órganos colegiados que, inocente de mí, no había tenido en cuenta que se apoquinaban aparte.
Y recupero el tema porque precisamente durante estos días hemos conocido que diputados con dedicación exclusiva (PSOE) también se van a embolsar otros 3.300 eurines del ala. Sí, más de medio millón de las antiguas pesetas -no está de más recordar los viejos tiempos ahora que se ciernen tantas incertidumbre sobre el euro-. Tres veces más que la soldada media en Jaén. En esta ocasión he tenido la oportunidad de intercambiar impresiones directamente con un miembro de la corporación provincial, a la que aprovecho para darle las gracias por abrirme los ojos un poco más. Por si no lo sabían, esos 3.300 euros resultan de la equiparación con los delegados de la Junta de Andalucía (PSOE). Además, agregaba mi interlocutora, los 3.300 euros ya incluían una rebaja del 15 por ciento decretada el año pasado. En este punto considero importante repetir un número apuntado unas líneas más arriba. Según la Agencia Tributaria, los trabajadores de Jaén ganan 1.100 euros mensuales. Más aun. Hay 126.159 paisanos que ni tan siquiera llegan a los 600 euros. ¿Demagogia? No, la puta realidad -perdón por de lo ‘puta’, que tengo algún compañero que no entiende lo de ‘puta’ existiendo, por ejemplo, ‘meretriz’.
Fruto de este ejercicio de reflexión, he llegado a la conclusión de que todo esto es una gran mentira. ¿Dónde está escrito que ‘cargo institucional’ tiene igual rango que ‘puesto de trabajo’? Éste es el gran error, bajo mi modesto entender. No son conceptos equiparables. El cargo público emana de la soberanía del pueblo, que se pronuncia cada vez que deposita un voto en las urnas. Es decir, esos señores y señoras están ahí porque lo hemos decidido usted y yo. Y claro que deben estar retribuidos, faltaría más. Pero de ahí a justificar los 3.300 euros porque esto es una profesión como ‘otra cualquiera’ media un abismo. Hasta ahora, por aquello de que la economía funcionaba bien y la gente no pasaba necesidades -la tasa de desempleo se redujo en 2007 hasta el 11 por ciento frente al 25 actual-, nadie cuestionaba esta diferencia de 2.000 euros. Pero ahora, con un sector público absolutamente sobredimensionado, con un paro que supera el 25 por ciento, con 23,3 negocios cerrados al día, con una emigración incipiente, conviene llamar a las cosas por su nombre. Y si los representados cobran 1.100 euros ¿por qué narices los representantes van a cobrar el triple?