Hace poco, el pasado 1 de abril, el comisario de Agricultura de la Unión Europea, Dacian Ciolos, utilizaba una ‘ocurrente’ metáfora que dio mucho que hablar –al menos en la prensa–. Dijo que de ayudas al almacenamiento privado de aceite de oliva, nada de nada porque eso era lo mismo que darle una aspirina a un paciente con una enfermedad grave. Notará una mejoría, pero no se curará. Pues bien, recuperemos el tropo de Ciolos y su ácido acetilsalicílico para explicar qué ha sucedido con el paro en mayo. Pues eso, una aspirina que atempera el principal dolor de este país y esta provincia, el desempleo, pero que no lo sana. Pero bueno, mejor disponer de un medicamento que ayude a sobrellevar el mal que no tener ningún tipo de remedio. Los datos proporcionados ayer por el Servicio Público de Empleo (SPE) son realmente buenos, aunque detrás de ellos remanezca un claro componente estacional relacionado con el refuerzo de personal en las empresas relacionadas con el turismo. No en Jaén, sino en cualquiera de los destinos del litoral, donde se colocarán esta temporada en torno a 6.500 jienenses. Este éxodo, alimentado por unas expectativas de ocupación sensacionales –así se desprende del volumen de reservas que se contabilizan a estas alturas del ejercicio–, ya se está notando en la cola del SPE, que sigue siendo interminable aunque un poco menos.
El mes pasado se redujo en 1.236 personas el número de apuntados en las catorce oficinas del SPE de Jaén. Estamos hablando de una caída del 2,37 por ciento en términos relativos. No es habitual. Si echamos la vista atrás seis años, observamos subidas en 2005, 2007 y 2008 (del 1,55 por ciento, 0,51 y 3,42, respectivamente), bajadas en 2006 y 2009 (del 2,15 por ciento y 0,06) y ’empate’ en 2010 (se mantuvo en el 0 por ciento). Es decir, los números de 2011 son mucho más positivos. Tanto es así que la disminución que se ha producido en Jaén es mayor incluso a la que se observa en el conjunto del Estado (-1,87 por ciento) y en la comunidad andaluza (2,17 por ciento). Se quiebra la tendencia al alza iniciada en enero y, lo más importante, Jaén se deja llevar por la inercia y camina al mismo paso que el resto. En abril, por ejemplo, mientras que en el resto de Andalucía se rebajó la cifra de demandantes al rebufo de la Semana Santa, en Jaén todo lo contrario. Esto es importante ya que se compensan desequilibrios que, en caso de perpetuarse, tienen peligrosas consecuencias como la emigración. Es cierto que la gente marcha fuera a trabajar –ahí está la mayor afluencia a las campañas temporeras–, pero también es igual de cierto que se hace de forma eventual, sin perder las raíces. Esta fijación al territorio es importante, especialmente en el agro.
Otras tres conclusiones relevantes que dejan las estadísticas del SPE. Primera. Se observan más bajas que altas en todos los epígrafes. En la agricultura hay 626 inscripciones menos, en la industria 135 menos, en la construcción 402 menos, en los servicios 110 menos y en el ‘colectivo sin empleo anterior’ 53 menos. Cuidado. Al igual que ocurrió en diciembre, no estamos ante una reactivación generalizada de todos los sectores productivos. Al igual que las cuadrillas de jornaleros estaban llenas de albañiles, camareros, etcétera, etcétera, las plantillas de los hoteles y los restaurantes playeros también están llenas de albañiles, camareros, etcétera, etcétera. Segundo. Sólo el 3 por ciento de los 23.878 contratos firmados no tenían fecha de caducidad, una tasa de temporalidad elevadísima que nada tiene que ver con lo pretendido con la reforma laboral. Y tercero –y lo más alarmante– tan sólo el 28,5 por ciento de los parados de Jaén tienen prestación contributiva, cuando doce meses atrás el porcentaje se hallaba en el 33,6 por ciento.