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Esta imagen, captada por mi compañero Francis J. Cano, refleja el destrozo causado por las tormentas del pasado lunes en un tramo de la línea de trenes que une Jaén con Linares. Sobran las palabras. Y yo me pregunto ¿por qué? Sí, por qué cada vez que llueve con fuerza salimos en los telediarios porque ha ocurrido alguna desgracia. Casas con metro y medio de barro, puentes obturados, sumideros atascados, infraestructuras que se desmoronan como un castillo de naipes, carreteras cortadas, desprendimientos… No entiendo por qué, como diría el simpar Mourinho.
Me gustaría conocer vuestro punto de vista. Mi teoría es que, más allá del poder devastador de las lluvias torrenciales -aquí y en Sebastopol-, Jaén está pagando las consecuencias de una absoluta falta de respeto hacia la naturaleza. Jaén aparece ya en los mapas como una de las zonas con mayor riesgo de desertificación. El desgaste de la capa vegetal es enorme y la erosión está haciendo estragos, un problema generado por una agricultura intensiva y nada respetuosa con el entorno. Pues eso, qué opináis.