Estamos inmersos en el maravilloso puente de la Constitución. Mientras la mitad de Jaén ha cogido las maletas para perderse unos días del mundanal ruido, la otra mitad está en La Loma. Y no me refiero a la comarca vecina, sino al centro comercial. Impresionante. Lo del domingo fue im-pre-sio-nan-te. Miles y miles de personas con los carros repletos de juguetes, yogures, jamones, prendas de vestir, sacos de pienso para perros… Las aglomeraciones eran de tal calibre que resultaba prácticamente imposible dejar el coche. Y mira que en ese aparcamiento caben vehículos.
Frente a la masificación de La Loma, el centro de la ciudad, desértico. Nada ni nadie. Nothing, rien de rien, ni quisque. Y no será por falta de tiendas. Se estima que en el Centro Comercial Abierto Las Palmeras (o sea todas las calles que hay en torno a la plaza de Las Palmeras) se concentran unos 600 negocios, la mayor oferta comercial de la capital jienense.
¿Por qué esas diferencias? Más allá de razones culturales y sociológicas, lo cierto es que el poder de atracción de los híper es inmensamente mayor que el de los pequeños establecimientos. Si a ello se une una legislación que favorece claramente la implantación de las grandes cadenas de distribución, el resultado de la contienda está escrito de antemano. En cualquier caso, se ha demostrado que una fórmula y otra no son excluyentes (no voy a poner ejemplos para no herir sensibilidades).
Bajo mi punto de vista, es un error plantear el problema desde posturas belicistas, pero lo que está claro es que hay que competir. Y para eso lo menos que se puede hacer es abrir los festivos que indica la ley, y más cuando las ventas han caído este ejercicio un 30 por ciento.