Vaya por delante que me parecería enormemente injusto que se apuntara a los olivareros con el dedo acusador. Ellos son, sin lugar a dudas, los principales damnificados por la caída de los precios del aceite, un problema que siempre ha estado latente y que ahora se está haciendo más patente que nunca. La cuestión es que todos los pasos que se están dando para concentrar la oferta están teniendo una incidencia nula. Y no se está notando nada porque el mercado se está abasteciendo con absoluta normalidad, en niveles parecidos a los de las últimas campañas, en torno a 100.000 toneladas en enero según los datos de la Agencia para el Aceite de Oliva. “Para qué sirve que nosotros no vendamos si otros lo hacen”, me comentaba ayer José Gilabert, una de las cabezas visibles de Interoleo Picual Jaén, una de las tres plataformas que han surgido en los últimos meses.
Algunos pensarán que todavía no ha transcurrido tiempo suficiente como para que se empiecen a obtener resultados. Es más, algunos dirán que todavía ni tan siquiera se ha completado el proceso de constitución de las sociedades (a excepción de la que promueve Aproliva). Sí, todo eso es verdad, pero el mensaje de ‘ojo, señores, que nos estamos haciendo fuertes y que no vamos a dejar que se pitorreen de nosotros’ está sirviendo para bien poco. ¿O es que alguien piensa que toda la parafernalia política que se montó en torno a la presentación de las centrales de comercialización no estaba perfectamente dirigida en una dirección? Los que tenían que escuchar han hecho oídos sordos porque cuentan con la ventaja de empezar el partido ganado por dos a cero. Aquí nadie se ha caído de un guindo: a pesar de la conformación de ‘grandes’ grupos de cooperativas y almazaras, los envasadores y distribuidores saben que los fabricantes siguen sumamente desagregados.
El hecho incuestionable es que llevamos casi tres meses con cotizaciones por debajo del umbral de la rentabilidad, que el propio Ministerio sitúa en los 2,40 euros. Esta misma mañana, sin ir más lejos, el Pool Red marcaba 1,81 euros, una auténtica ruina para la generalidad de las explotaciones, en especial para aquéllas que se localizan en zonas escarpadas (que en Jaén son muchas). El problema se complica todavía más desde el momento en que se confirma una bajada considerable de la producción respecto a los aforos iniciales, lo que descarta que la depreciación del ‘oro verde’ por un exceso de oferta. Y más si tenemos en cuenta que la demanda no se está resintiendo en exceso por la actual coyuntura económica.