Llega el Primero de Mayo, la ‘fiesta del trabajo’. Nunca he entendido muy bien la manía que tienen algunos de asimilar un día de reivindicación con una celebración, que para eso ya están las cañas a un euro que ofrecen los jueves muchos bares de Jaén. No sé si será por eso o por cualquier otro motivo, pero los sindicatos, con buen criterio a mi modesto entender, han ido a la concreto y se han dejado de los festivales juveniles y demás actividades que se organizaban años pretéritos en el parque de La Victoria. Lo de las ‘batukadas’, los teatros y los farolillos está muy bien, pero en otros contextos económicos y en otras circunstancias. Hablando de esto ¿no les resulta absolutamente impúdico el espectáculo éste de la Carla Bruni de las narices y las fiestas de tiros largos en el palacio de El Pardo? A mí desde luego sí.
Una vez hecha esta acotación, yo creo que las organizaciones sindicales mayoritarias tienen una oportunidad de oro para coger de una vez por todas el toro por los cuernos y confabularse con la opinión pública, que les ha criticado duramente por tener una actitud laxa con el Gobierno. Es más, hay muchos que opinan que detrás de este silencio, que califican de ‘cómplice’, lo que realmente hay es una especie de ‘agradecimiento’ por las importantes subvenciones que reciben las grandes centrales de clase. No sé qué pensarán ustedes, pero yo personalmente no comparto este planteamiento, aunque sí es cierto que están adoptando un papel de reparto en una película en la que deberían ser actores principales.
Ahora hace falta que los ciudadanos participen en la manifestación. Motivos no faltan. Tal y como están las cosas, nadie está libre de pecado. A excepción de los 40.000 funcionarios, el resto de los 180.000 ocupados de la provincia están en el disparadero. Así que por interés propio, por solidaridad hacia el prójimo o por lo que sea la marcha de este viernes tiene que ser multitudinaria. Es una profunda injusticia que los currelas estén pagando las consecuencias de una recesión provocada por chorizos engominados, especuladores y otros capullitos de alhelí.