Me he ido a Fitur, que nunca se cansa uno de ver tanto bellezón junto. Antes de que tilden a este blog de machista -que puede ser otras tantas cosas- les diré que una amiga mía piensa lo mismo pero a la inversa. Fitur ya no es Follitur, por la cuenta que me trae, y a los políticos ya no les atrae pasar tres días en Madrid por el gañote. Pudiendo irse a Londres lo comprendo. Caler y el alcalde ni se han mirado. Me cuentan que el Ayuntamiento todavía no ha pagado su parte en el convenio de los vuelos baratos por lo que están saliendo algo más caro, es obvio. Pocas cosas. Que Mariano Gutiérrez Terrón le pidió ayer a Chaves que vaya a Sierra Nevada, que Juan García Montero fue al Bernabéu, o que hay quién consigue tomarse dos copas hasta donde no las ponen. Venir a Fitur, si no tienes nada que hacer, es de cateto y de gorrón. En cualquier picadero del extrarradio te clavan 150 euros por dormir una noche y todo se paga aunque nadie lo pague de su bolsillo. Pero en Fitur, hasta el más prepotente se da cuenta de que no es nadie. Como el alcalde -y no lo digo por prepotente-, al que ayer le saludaron en su propio stand: “Hola, ¿usted era el concejal de…?” Es lo que le pasaba al concejal de Cuenca, que en Madrid no pinta nada; ni en Cuenca tampoco.