Ha regresado José Antonio Aparicio de los peores sueños de los moratallistas que aún quedan, a los que él apoda con lengua afilada los monosabios. Vuelve de las mazmorras ‘bien pagás’ socialistas, donde meten a los niños malos para que no hablen. Dicen los que quieren desinflar tan apasionado resurgir -que no lo hagan, por favor- que por la mente de Aparicio no pasa volver al Ayuntamiento. Otros cuentan lo contrario. Y como aquí le damos el mismo pábulo a todos los rumores -somos malísimos-, los cuento como me llegan. Una teoría apunta a que detrás de Aparicio podría estar el mismísimo Manuel Pezzi -pobre Manolo, desde que abriste la boca, arrojado y valiente, todas te caen a ti-. Pezzi dice que se retira, que ya no quiere ser candidato. Pero algunos socialistas sospechan que haya enviado a Aparicio a medrar para desgastar a Torres Vela. Pezzi tiene dos hombres de confianza, que son Ignacio Henares e Higinio Almagro. La política, ya se dice, hace extraños compañeros de cama. Hay otra teoría que me gusta más, aunque me la creo menos. Dicen que ha sido el propio De la Chica el que ha rescatado a Aparicio de las tinieblas binarias del CEMCI, que para mí las quisiera, para que participe en la coordinación de la campaña. Rumore rumore. Pero son muchos los que no se fían de Aparicio, lengua de víbora. Les contaré un detalle. Cuando Moratalla perdió las elecciones se gasto tiempo y dinero en enmarcarle una especie de diploma -por no decir esquela- de despedida. Aparició Aparicio. Los rumore adictos estamos de enhorabuena.