Regresa este blog semiclandestino, al mismo tiempo que otros sobrevuelan océanos sin pagar un duro. Se me ha ido esta semana Nino García-Royo, apenas sin deshacer la maleta de Londres y preparando la de Turín, con un arte para solapar viajes exquisito, dibujando un extenso túnel entre New York y los Alpes sin pasar por Villarejo. Se va Nino y el gobierno municipal sigue encallado en su apagón informativo del último mes, que sólo rompe Mérida -el súper coordinador de campaña- para repartir ceniceros a dos manos; sin que Nino resurja de sus cenizas más que para criticar a Aparicio, al que vamos a acabar agradeciendo que reaparezca para animar este modorro. Se fue Nino la semana en la se difundió por Internet el rumor de que empezarían las obras en el Paseo del Salón; una reforma cainita en la que hasta la misma hermana del concejal de Urbanismo ha firmado en contra. El alcalde de la capital -o del capital, tras escudriñar su patrimonio- tampoco lo ve y hace oídos sordos a los que le dicen, Pepe, no te metas en otra. Por lo pronto, Torres Hurtado y García-Royo están silenciando intencionadamente la reforma del Salón. Y Nino sólo hace algunos bolos en algún programa para defender algo sobre lo que él mismo, quizás, esté empezando a dudar. El rumor fresco de los Alpes tal vez les refresque las ideas.