Ya he vuelto y, no se crean, que el mayor perjudicado de esta situación soy yo, que tengo todos los síntomas posibles del síndrome posvacacional metidos en los tuétanos. Regresa septiembre, mes de asignaturas pendientes para los estudiantes y para los malos políticos; que entre plazos aplazados nos llevaron a los sempiternos atascos de la Costa, a este páramo de incumplimientos y meteduras de patas, a la leche en polvo de sus promesas, al instante preciso de estar a punto de mandarles al carajo y que les zurzan. Javier Torres Vela ya tiene su sede del Zaida casi lista. Cuídate, Javier, de que tus propuestas no sean tan modernistas como tu cuartel general, porque puedes quedar de incomprendido. En el Ayuntamiento han dejado de alcalde en funciones a Vicente Aguilera, hombre de llaneza aplastante, que como se descuiden lo llena todo de luces y setos. Esta semana recibió al embajador de EE UU en España, que es como hacerse la foto de las Azores pero en el Zaidín. Y yo ando rebuscando rumores que llevarme a las tripas. Pronto empezaré a lanzar nombres que suenan para ir en las listas de la capital (si tienen alguno, suéltenlo sin miedo que no nos vigila nadie). En el buzón del correo electrónico me he encontrado varios mensajes de un viejo confidente. Otro día les hablaré de él y de lo que nos traemos entre manos.