(Un hombre asesinó el sábado en esta localidad sevillana a su mujer y a su hija, embarazada de tres meses. El pueblo decretó tres días de luto, celebró un pleno extraordinario, participó en multitudinarias manifestaciones… Pero el alcalde, Marcos Quijada, no ha interrumpido sus vacaciones y sigue fuera del pueblo).
Estimado Marcos:
Me cuentan que no has estado esta semana junto a tus vecinos, concentrado contra el último patán que, en los estertores de agosto, decidió acribillar a su mujer y a su hija a perdigonazos. Que mientras que el pueblo que gobiernas gritaba en silencio para reprimirse las ganas de arrancarle a ese alimaña el ojo que le queda, tú te remojabas las nalgas en algún lugar apartado de la sangre y de los gritos porque no fuiste capaz de venir a Osuna a mojarte el culo, que es lo que tendrías que haber hecho.
A mí no me ha extrañado. Pero en Osuna no han descubierto todavía que tú eres como un Besteiro manso y flemático, el Che pero ‘biempeinao’, que apenas si sube el puño cuando un par de nuevos ricos riegan con mierda y llenan de moscas las casas de los pobrecitos infelices que tienen que abrir las ventanas porque no disponen de aire acondicionado.
Podrás manejar el discurso con la habilidad de Lerroux, pero tu problema es que prefieres remojarte las nalgas a 25 grados en agua dulce que mojarte el culo en las situaciones difíciles. Por eso no estabas con tus vecinos, concentrado contra el machismo, contra las manchas en el babero, los lamparones de aceite en la camiseta de tirantas, los cañones recortados de una sociedad bastarda que engendra malas bestias como la que el sábado llenó de balas la ‘carne de su carne’ pero después fue tan torpe que le tembló el pulso cuando le tocaba apuntase a la cabeza y volarse los sesos.
Osuna en la televisiones, en las portadas de los diarios… y tú, Marcos, de vacaciones; lástima que te pillase tan lejos que no pudieras oír los lamentos huérfanos de un crío, el luto de un pueblo entero, las plañideras abucheándote por no mandarte al carajo, los últimos tiros sobre el corazón de tus paisanos. En esos momentos, tú te remojabas las nalgas.
Qué pena que algunos de tus compañeros de partido hayan luchado tanto por la democracia para dejar que la administre el último que llegue; alguien que pasa un quilo de sus vecinos.