A Juan García Montero le nombraron comisario del Circo del Arte y ejerce con soltura, tanto que es capaz de hacer malabares con los papeles -metáfora poco original por mi parte- y disfrazar de medias verdades las medias mentiras. La mayor evidencia del Circo del Arte es que fue un despiporre de payasos y un despilfarro de dinero público. A estas alturas de la función, ya nadie puede negar que la gestión fue nefasta y que el proyecto -entrañable en sus orígenes- resultó una pifia. Pero Juan García Montero ha mentido -quiero pensar que no deliberadamente-, al menos, en dos ocasiones. La primera cuando aireó una carta-factura en la que se implicaba a una serie de funcionarios en una presunta reunión donde se adjudicaron obras ilegales. Una cita cuya existencia negó hasta el apuntador, incluido el propio García-Royo. La segunda vez que ha mentido ha sido más reciente, cuando negó con la mano sobre el informe de la Cámara de Cuentas que el PP tuviera algo que ver con las presuntas irregularidades contables. García Montero aseguró que el gobierno municipal nunca presidió el Consorcio durante el periodo investigado. Mintió y -es de suponer- que él lo sabe. En cualquier caso, se lo van a recordar.