Iba a escribirte ayer, cuando bajaste a ese páramo de colores helados donde deben de estar los políticos que dimiten; sólo tú, porque en esta bendita ciudad no dimite ni el tato. Yo también he hecho las consultas previas con mi conciencia bastarda y el angelito petardo que me sopla la oreja me dice que quizás te hayamos hecho un juicio paralelo, que la prensa es una fulana. Puede ser. Por suerte, el fiscal te pondrá dentro de pocas semanas en tu sitio, para bien o para mal.
Gabi, hoy habrás comprobado lo que es el periodismo amarillo, los cobardes que nunca abrieron la boca y ahora se suman al viento que sopla para acusarte de todo, de viajes, parrandas, despiporre. Ahí no me verás, porque dentro de lo malo te habrás dado cuenta de que no soy el peor, aunque ahora me digas que estas explicaciones me las meta por dónde me quepan.
Ha sido el día de ya lo dije yo, el de los que pasean tu cabeza proclamando que lo sabían todo, que mucho ha tardado en explotar, que detrás tuyos vienen otros. Que les den. Porque nunca han tenido valor de abrir la boca y además son unos pelotas.
Postdata: A pesar de todo me caes bien.
Firmado, un becario.