Después de medio año divagando sobre el Parque Nevada, cautivo y desarmado el ‘clan de Armilla’ (por los suyos), por fin he escuchado del alcalde armillero alguna frase con argumento y no tantas mentiras populistas. “Lamento que la Junta no haya recurrido antes”, ha venido a decir -más o menos- el día en el que una jueza ha frenado en seco esa mole de hormigón.
Si el gobierno andaluz se hubiera decidido antes, el centro comercial no estaría hoy tan avanzado, a dos meses de su conclusión, y posiblemente todo se hubiera enderezado sobre la marcha, sin necesidad de llegar a plantear ni tan siquiera la demolición de parte del edificio. Claro, que si el Ayuntamiento de Armilla no se hubiera pensado que está también la colaba doblada y hubiese acatado la legalidad que marcaba la Junta, tampoco estaríamos ante la reedición del Hipergranada ampliado a la enésima.
La Junta llevó a lo contencioso el pasado 4 de agosto un acuerdo de pleno que consideraba ilegal de julio de 2005, un año después. Las diligencias se incoaron en septiembre y la jueza ha tardado mes y medio en tomar una primera decisión que ni mucho menos era fácil. La Justicia, sin que sirva de precedente, ha sido ágil y rápida. Si Obras Públicas hubiera presentado el contencioso en el verano de 2005, las obras del Parque Nevada llevarían posiblemente un año paradas y sería mucho más factible restituir la legalidad.
Por eso es inevitable pensar que, de no haber saltado el ‘caso Malaya’ y Tomás Olivo a la palestra, es posible que nadie hubiese movido un dedo y el Parque Nevada estaría ahora a falta de que limpiaran los cristales, mastodóntico, faraónico, presuntamente ilegal de por vida. Y muchos de los que lo han criticado hasta la saciedad se habrían hecho la foto el día de la inauguración.
Las obras se han paralizado, a destiempo, pero es la mejor solución mientras se despejan dudas; mientras Cañavate se da cuenta de que todo lo que le ha acontecido no es una presión mediática, mientras Morales Cara se percata de que si el PSOE ha perdido la confianza en él será porque su expansión sin arandelas le ha metido en difícil tesitura, mientras los dos empiezan a digerir que van a tener que comenzar a entonar el ‘mea culpa’ de los políticos que se equivocan.
Y que quede por delante que Parque Nevada es un gran proyecto y debe de hacerse, inaugurarse y generar centenares de puestos de trabajo. Pero tiene que edificarse sobre la legalidad. Los tiempos del urbanismo compadre se han acabado, los días de pensar “tira pa’lante que nadie dirá nada”.
Habría costado el mismo tiempo hacer las cosas bien. Pero, claro, no habría sido tan descaradamente rentable. Porque nadie ha aclarado todavía qué interés tenía el Ayuntamiento, Morales Cara y Cañavate, en permitir que las calles midieran diez metros menos de lo que marca la normativa y que la decena que se quedaba por el camino se convirtiera en hormigón; el interés por tolerar que los aparcamientos se hicieran en superficie, con lo que el empresario se evitaba costosísimos movimientos de tierra, el empeño en hacer la vista gorda sobre la altura del edificio.
Todas estas cuestiones sólo benefician al bolsillo de uno o de unos cuantos. Que nadie pretenda venir con demagogia barata a decir que se hizo por el bien de los ciudadanos de Armilla, porque cuando se está en el paro y la única esperanza es colocarse de tendero en el Nevada uno se traga lo que sea y es muy fácil engañar a la gente con milongas de tres al cuarto.