En esta ciudad de María Santísima -Javier Arenas dixit-, aburrida por el centro y divertidísima por los extremos (metropolitanos), reina la paz y la serenidad política, sólo alterada por una bandada de estorninos cagones. Javier Torres Vela no nos divierte ni da caña, por más que imploramos a las meigas de la crispación. Mañana se presenta sin barones y, me temo, que sin la hembra que tiene que ocupar el número dos de su lista. (Prometo escribir una rectificación si me equivoco).

Javier no encuentra mirlos blancos, porque en este baratillo de concejales y concejalillos –contando los que lo son en potencia– no los hay. Y ahí sigue en Madrid, dándole el ultimo cepillado al Estatuto. Tan mal pinta el panorama que ya sé de algunos concejales del actual grupo municipal a los que se les afilan los colmillos y se ríen panza arriba a carcajada, no vaya a ser que, al final, tengan que tirar de ellos porque no encuentren nada mejor.

Y los peperos, con este panorama, ya se creen ganadores. Ignoran que dentro de pocos meses ellos tendrán que librar la misma batalla. Por lo pronto, pregonan entre vítores de un público agradecido el discurso de Pepe Torres, de enorme amplitud filosófica, profundo y alambicado: “Granada está guapa, anda que no está guapa Granada. Pero más guapa va a estar”.  Puñeteros estorninos.