300 personas fueron a la manifestación por el Banco de España. Y me parecen muchas. Confieso que desde mi perspectiva neocateta me resulta una chuminada campestre lo del museo de la ciudad y lo de las siete maravillas del mundo mundial.
En cambio, veo estupendo que la gente salga a manifestarse, por lo que sea. Aunque sea por estirar las piernas.
Sin embargo, cuando son los representantes políticos los que saltan a la calle hay que exigirles un mínimo de rigor y que las causas que defiendan tengan cierta lógica.
Me gustó ver a los peperos reivindicando el Banco de España. Pero me gustaría más que, algún día, los políticos de cualquier signo, sin vanaglorias ni siglas, se manifestasen por otras empresas que le interesen a alguien más que a ellos mismos.
Por ejemplo, una protesta multitudinaria por una vivienda digna y asequible; contra los contratos basura y los especuladores; para despiojar a los empresarios sin escrúpulos que despiden a mujeres embarazadas; o aquellos que tienen un estropajo en el corazón; contra los que pagan una miseria y contra los que ni siquiera pagan; una protesta por los vivos antes que por los muertos; para que cada uno ponga su culo a disposición de quién le dé la gana; una manifestación contra las tomaduras de pelo; por la cultura antes que por los museos y, también, una concentración por que siempre haya un bar abierto cuando merezca la pena.
Y si sobra tiempo, nos manifestamos por el Banco de España.