La victoria en Guadix, Motril y la capital han salvado simbólicamente los resultados del PP en la provincia. Hasta tal punto que han amortizado la pérdida de ayuntamientos medios donde los populares tendrán difícil o imposible revalidar el gobierno: Monachil, Maracena, Alhendín, Montefrío, Lanjarón u Ogíjares.
Sin embargo, las gestas de Guadix y Motril y el barrido de Granada han convertido en el vencedor moral de las elecciones a Sebastián Pérez, que además ha conseguido romper la mayoría absoluta del PSOE en la Diputación.
A Paco Álvarez de la Chica le sucede lo contrario. Con los datos sobre la mesa ha sido el vencedor: más mayorías absolutas que en 2003, más concejales y el control casi absoluto en el Cinturón. Pero el líder socialista tiene difícil explicar todo esto con el descalabro mayúsculo de Torres Vela. Gana en número pero pierde en símbolos.
Ni Sebastián ni Paco tienen motivos para asomar la cara más de lo justo. Es cierto que el PP ha conseguido tres victorias históricas, pero ha sido más por la trayectoria de tres de sus mejores líderes que por la labor del partido. Sebastián ha volcado sus esfuerzos en otros lares, en los municipios pequeños y en las comarcas de Baza y Loja. En la primera ha logrado su objetivo y en la segunda no.
Por su parte, Paco Álvarez asumió la apuesta de Torres Vela como suya, aunque la idea partiera de Chaves. El descalabro de la capital ha dejado al PSOE al borde del suelo.
Todos ganan y todos pierden, según se mire.