Era evidente que tras el descalabro socialista en la capital vendrían las navajas barberas de los resabiados, los sables de los piratas, la revancha de los perdedores. Una cosa son las voces críticas y otra las gargantas interesadas.
Casi siempre son las segundas las que llevan la voz cantante. Que Torres Vela se ha pegado un descalabro histórico es tan descarado como las cifras. Que su campaña fue un muermo –ahora ya se puede decir sin temor a equivocarse- lo corroboraron todos los socialistas que se quedaron en casa.
Pero la responsabilidad debe de ser compartida por todos los que desde la ejecutiva local aprobaron las decisiones por aclamación y por todos los que han formado parte de los variados comités que no han servido de nada.
Es de esperar que en la asamblea socialista lluevan navajas, pero no está justificado que en la ejecutiva local se despellejen. Que alguno busque su minuto de gloria pidiendo cabezas es oportunismo. Si además forma parte del equipo de concejales que se ha pegado el tortazo la primera chorla que tendría que servir sobre la mesa sería la suya.