Vaya por delante que Carlos Rojas me parece el mejor candidato posible dentro de lo que puede ofrecer el PP de Granada para liderar una lista a cualquier parte. Que Santiago Pérez -que posiblemente le acompañe- es el tipo de currante al que me llevaría a una misión imposible (si fuese Arenas).
Pero como aquí somos la voz de la inconsciencia -o cómo se llame- no podemos pasar por alto esta noticia de campanillas que nos la ha puesto tan a güevo. Porque considero que cuando se dicen las cosas tienen que servir de algo, así sea para tragárse las palabras con el paso del tiempo.
Carlos será parlamentario y alcalde. En teoría una duplicidad de cargos de tal calibre significa que en una de las dos partes estás medio pensionista. Pero no nos vamos a alarmar a estas alturas, si hay concejales que no pisan el ayuntamiento, diputados que se rascan la barriga y centenares de dirigentes que cobran un sueldo público para después dedicarse en cuerpo y alma al partido.
Sólo voy a recordar algunas de las declaraciones más recientes de Sebastián Pérez.
Como aquella ocasión en la que dijo que no iba a la Diputación para dar ejemplo, para que nadie pudiera decir que duplicaba cargos.
El mismo presidente del partido que consideró que ningún alcalde de pueblos de más de 3.000 habitantes debía estar en Dipuación y que ahora manda al segundo regidor de la provincia al Parlamento: “Hemos visto que la experiencia es negativa porque
varios alcaldes que han sido diputados han perdido las elecciones. La
compatibilidad de cargos no es buena”, entonaba cuando tocaba otra copla.
Y repito, que Carlos me parece un candidato casi galáctico. Y que entiendo que en política se suela decir digo donde antes se dijo diego. Pero, por si acaso se ha olvidado, aquí lo recordamos. Qué mala leche.