Los Presupuestos Generales del Estado son de esas cosas importantes que la gente no se cree, que le importa un pijo, que se la refanfinfla.
Los números pueden, llegado el caso, llamar la atención pero nunca conmueven. Conozco pocas personas a las que se les suba la bilirrubina con la previsión de gastos del Ministerio de Fomento, pero sí a muchas que se ciscan en la parentela del más pintado cuando se quedan atrapadas en los semáforos de Torrenueva. Una cosa lleva a la otra, pero es mucho más creíble un puente doblado en Rules que una tabla de tantos porcientos.
PSOE y PP andan a la gresca por sumas y restas, comparativas tan odiosas que solo les interesan a ellos. Porque el ciudadano de a pie no va a ir a ponerle dos velitas ni a Cascos ni a Mandatela.
Han sido los últimos presupuestos de Zapatero para Granada en la legislatura que nos prometió un AVE para 2007, una segunda circunvalación para anteayer y una autovía a Motril a la vuelta de la esquina.
Así se vistan los presupuestos de titiritero, es evidente que los socialistas han perdido el debate de las fechas. Este incumplimiento debe tener su coste político, porque las frivolidades de una campaña deben de recordarse a la siguiente.
En cambio, el Gobierno de Zapatero sí ha ganado otro debate, que cada cuál valorará la importancia que le merece.
En los últimos tres años las principales infraestructuras de esta provincia se han puesto en marcha. Esto quiere decir que se han acabado los proyectos y se ha consignado presupuesto para que empiecen las obras. Ninguna de ellas tendrá ya vuelta atrás.
Es evidente que, en algunos casos, al Estado no le cabía más remedio. Todo partido que llega a un gobierno se encuentra la herencia del que se fue y se aprovecha de los pasos que anduvo su antecesor. Pero también es cierto que hace falta voluntad política.
Por ejemplo, Álvarez Cascos tuvo tiempo para poner en marcha la segunda circunvalación -las fechas lo delatan- y no lo hizo. Es probable también que el PSOE haya podido acelerar más la segunda ronda, una infraestructura que apenas si va a dejar recién empezada.
Los últimos presupuestos de los socialistas han refrendado una apuesta tácita por las infraestructuras básicas de esta provincia. Casi todas. Al PSOE le toca, ahora que se asoman las elecciones, justificar que ha hecho todo lo que estaba en sus manos y convencer a los granadinos de que los plazos son -esta vez sí- factibles. La oposición tiene que poner los presupuestos blanco sobre negro, comprobar si las inversiones prometidas se han materializado o si, por el contrario, sólo fueron juegos florales para impresionar con una cantidad de millones que a la gente le viene al pairo.