Ha caído en mis manos como una maldad, una cachondada sin mayor trascendencia. Hay gente con la que todavía me río hablando de política. Me divierto con las machadas de Isabel,los tranvías de Chitín, la pluma de César, el sombrero de Isidro, me descojono con las pamplinas que escribo más de cuando en vez que de vez en cuando.

Y así me pasó una Proposición no de Ley (PNL le llaman en el argot político, la ‘p’ será por lo de pollada) que ha presentado el PP en el Parlamento de Andalucía en apoyo del teleférico, que nada más mencionarlo da yuyu.

No sé qué necesidad/interés tienen los populares en defender un proyecto privado a tan elevadas instancias.
La PNL cierra con un párrafo de rimbombante liturgia política: «Entendemos que Granada, sus instituciones y su tejido social y económico son mayores de edad. En este sentido consideramos excesiva la tutela que instituciones supramunicipales intentan realizar sobre la sierra y los condicionantes y peajes que intentan ponerle al futuro de los granadinos».

A mí, en realidad, lo del teleférico me mosquea porque, en una ocasión, uno de los empresarios que anda de por medio me llamó en plan chulo y me amenazó con llevarme a los juzgados si publicaba cierta información y le salpicaba. Salió la noticia, la investigó el fiscal y el tipo tuvo que ir a declarar. Y todavía sigue abierto el caso.