El alcalde no quiere debatir con Torres Vela, lo que convierte la política en un silencio de besugos, en un ‘aparta de mí ese cáliz’ cuando los que tienen que hablar sólo abren la boca en defensa propia. Yo tampoco hablaría, qué leches, que para debatir de gigantes y molinos siempre hay tiempo. Y así sigue esta Granada de silencios -los de su partido son los que más le duelen a Morales Cara, dicho sea de paso-. A la espera de que los terceros presupuestos de ZP nos engorden el ego transitoriamente creyéndonos que somos algo. Luego nos percataremos de que seguimos sin AVE, sin segunda circunvalación y sin autovía de Motril, donde vienen las princesas a señorear su barriga. Silencio, por Dios, silencio. Que ni murmuren los cipreses de un cementerio de proyectos olvidados. Silencio como al que se refiere Morales Cara. Tal vez para que nadie pregunte si hay alguno en su partido que más vale que se calle. Silencio.