A los que dicen que Javier Torres Vela se ha rodeado de un equipo aburrido no les falta razón. Probablemente alguno cuente chistes en la intimidad –incluso chistes machistas–, pero es aburrido, vamos, que uno no se pega la carcajada ni se le erizan los pelos municipalistas cuando ve la lista.

Dicen de ellos que no tienen experiencia, que les falta madera de líder, que son novatos… Cosa que no es del todo cierta.

En cualquier caso, que levante la mano el que atisbara en el actual equipo de Torres Hurtado más de dos o tres concejales que, a priori, estuvieran predestinados a gestionar una ciudad.

A veces nos andamos con chorradas de tres al cuarto en nuestros análisis. Es mucho más sencillo: en la política local no hay grandes lumbreras porque los sueldos son extremadamente bajos para seducir a los que están fuera y extremadamente altos como para que se resistan a irse los que están dentro. Por eso los grandes gestores, los profesionales independientes, los profesores universitarios… no se meten fácilmente en este ruedo de conspiraciones que es un ayuntamiento.

Personalmente, creo que el equipo de Torres Vela hubiese ganado peso –que no se entere él– con la inclusión Manolo Pezzi.

No comparto que se haya querido marcar el pegote a toda costa de incluir a una mujer en su número dos. Y le aplaudo por incorporar en el número cuatro a Cristina González. No porque se ciega y eso sea un tanto ‘chip’; sino porque mi amigo Cárdenas estuvo un día entero con ella haciéndole un reportaje y me ha dicho que es una tía cojonuda.

(El reportaje sale mañana, no se lo pierdan).