Nos consta que Nino García-Royo nos lee con comedido entusiasmo, algo que alimenta nuestro ego, que ya de por sí padece de obesidad, a punto de cumplirse el primer año de vida de este blog semiclandestino.
No sé si dedicarle este artículo a Nino -único alarde de ingenio en esta ciudad de estorninos y palomas cagones- o a Conchi Molina, otrora nuestra diva y a la que le debo un desagravio ahora que el PSOE ha hecho borrón y cuenta nueva en su pléyade de concejales marchitos.
Conchi, que en su día fue víctima de los desafueros machistas de Pepe Torres, se apea de la política munícipe, que si antes había perdido las ideas ahora se queda sin Conchi, una afrenta que el vicepresidente de su club de fans, Miguel Martín Romero, promete vengar si es necesario en un duelo de noche cerrada en el Paseo de los Tristes. A Conchi le compuse en su día unos versos de devoto apasionado cuando se enfrentó al concejal de Tráfico, José Antonio Balderas:
Conchi melena al viento,
concejala minifaldera,
voz de gacela dulce,
que planta cara a Balderas.
Antes de que las masas femenistas nos presenten una Proposición no de Ley para cerrarnos el foro aclararé lo que debía de haber dejado claro mucho tiempo antes: que si le apodé ‘minifaldera’ no fue para desacreditar a nuestra Conchi, sino porque fue la única palabra que encontraron mis dos neuronas que rimase con ‘Balderas’ en perfecta rima consonante.
Y ahora Nino, que se va a comprar unas tijeras de podar para ir abriendo cintas y cerrando obras. Tú, que ni repartes ceniceros portátiles, ni bolsas para las cáscaras de pipas de Semana Santa.
Nino sin ‘plan parihuela’ que te ampare ahora que se afilan las uñas para arañar un puesto en las listas. Nino, siempre en segundo plano, que para salir en la foto de la Gran Vía vas a tener que correr junto a Paquillo. No creas que te hemos olvidado. Ahora que llega el momento de la foto y las inauguraciones, ¿se atreverán a prescindir de ti?