Gerardo Sánchez será el candidato, aunque él no quería. El caso es que el clan armillero deseaba que fuera Gerardo para que todo siguiera siendo lo mismo.
Están las elecciones repletas de candidatos contra su propia voluntad; también Torres Vela, el líder silente al que le andan haciendo vudú por los bares (otro día lo contaré).
Los candidatos que no quieren serlo son los que tienen algo que perder. Y Gerardo sabe que, de aquí a mayo, pueden saltar muchos quebraderos de cabeza. Tal vez por el ‘caso Nevada’, que tanto preconizaron algunos que la Fiscalía archivaría. O por la carretera de la Cabra, aunque pienso que Gerardo fue el único que en este asunto lo hizo medio bien, o por lo menos disimuladamente.
Que la ejecutiva provincial hubiese preferido otro candidato, borrón y cuenta nueva, es bastante probable. Pero a Gerardo -discreto en sus actuaciones- no le pueden recriminar, por el momento, nada más allá de las vendettas de Rafael Aibar.
Morales Cara ya se ha ido entonando aquello de para el tiempo que me queda en el convento me cago dentro.
Se queda la tercera pata del ‘clan de Armilla’ La cuarta, la tienen metida en el cuarto poder.