Fue Manuel Chaves, en la pasada legislatura, quien planteó la necesidad de reformar el Estatuto de Andalucía. Por lo tanto, Chaves y el PSOE han fracaso introduciendo un debate que al andaluz de a pie no le interesaba un pijo. Concretamente, al 63% de los andaluces con derecho a voto, que pasaron un kilo de las urnas y se fueron de cañas. Yo iba a votar, pero después de recibir a las 07.58 de la mañana del domingo un mensaje de la oficina de campaña de Javier Torres Vela recordando que el candidato iba a dejar su papeleta a las 10,30 horas en la iglesia de San Francisco me entró un no sé qué por el cuerpo que me vengué renegando de los referéndum y de los políticos. A un andaluz no se le levanta un domingo a las 07.58 y menos sin un plato de churros.

El PSOE ha fracasado porque no ha sido capaz de movilizar al electorado. El PP también, y es muy oportunista aprovechar el fiasco de la abstención para decir que ya se lo veía venir, que en Andalucía había otras prioridades. Un mensaje perfectamente diseñado que repitieron al unísono todos los dirigentes que comparecieron el domingo por la noche, en Madrid, en Sevilla y en Granada. El PP había pedido el ‘sí’, Arenas se jactó hasta el día de antes de las vueltas que le había dado a Andalucía pidiendo el voto. Por lo tanto, el PP es tan responsable del fracaso como el PSOE. Y si no, que no se hubiera metido en esta campaña y hubiese asumido el coste de oponerse a una reforma estatutaria a dos meses vistas de las municipales.

Y lo del PA es de un argumento tan triste que dudo mucho que se ni siquiera ellos se lo crean. Los andalucistas habían pedido el ‘no’ y ahora quieren atribuirse la abstención, los votos nulos y hasta las urnas rebeldes de Marinaleda. Julián Álvarez se ha pasado 15 días pidiéndole al personal que vote, así que ahora no puede tener la caradura de apuntarse el tanto de los que se quedaron en el sofá.

Alguno ha tenido que perder, digo yo.