Para el mes de las flores de 2033, cuando el Coyote haya adelantado al Correcaminos, hayamos logrado comprender las canciones de Silvio Rodríguez y la autovía de la Costa esté a punto de inaugurarse, el PP se habrá personado en el ‘caso Nevada’. Para el 2033, cuando el Nevada sea un adosadito de la Vega, que estará toda enladrillada.
El despiste de los peperos, lo que están tardando en ser parte en un litigio que denunciaron ellos, es una de las torpezas más supina que se recuerdan. Hasta tal punto, que uno no puede más que empezar a sospechar que no se puede ser tan despitado ni tan güevón.
La semana pasada, con agilidad de contorsionista, el PP anuncia que se va a personar en el caso del campo de golf de Otura, que para mayor despropósito puede que se encuentre ya hasta archivado. Y en cambio lleva un mes para entrar en el ‘caso Nevada’. Así que se enterarán del escándalo de la pelotita pero aún no tienen ni pajolera idea de lo que ha dicho ni Cañavate, ni Morales Cara, ni Tomás Olivo.
Ayer, mientras al PP le arreaban de ostias por la ‘operación Marchelo’, terminaba en el Juzgado de Instrucción número 6 la ronda de declaraciones por la investigación abierta en Armilla. El PP ha visto pasar a imputados y testigos como el que se va a San Fermín y se sube a una azotea. Si no fuera por la confianza que hay que tener en jueces y fiscales, podríamos sostener que a Cañavate y compañía le han puesto los interrogatorios como las carambolas al Rey.
En los mentideros políticos circulan ya versiones malévolas para explicar por qué el PP no ha entrado en el ‘caso Nevada’. Se las pueden imaginar. Rumores más retorcidos tras conocerse que además el partido dejaba fuera a Tomás Olivo en su querella.
Se lo merecen. Por tardones.