Se enteró Tomás Olivo de que venía el juez y ha tenido el detalle de pintarle el Nevada, ponerle el tejadito y el mármol en las paredes. Así que el juez ha podido comprobar ‘in person’ lo que ocurre, que el centro comercial está a falta de los perejiles y que la única urgencia era seguir mientras sea posible y después ya veremos si alguien tiene arrojo suficiente para tirarlo.
El juez habrá podido ratificar lo que ya ha comprobado la Guardia Civil, que el polémico edificio tiene más altura de la permitida e invade zonas verdes. Pese a este desaguisado, son muchos los que aún resoplan con alivio porque la justicia no aprecia en Armilla indicios cohecho.
Tal vez el juez se habrá hecho, aunque lo niegue, la misma pregunta de tantos incautos:
-¿Qué ganaban Morales Cara y Cañavate aprobandolo todo a la remanguillé?
-¿Qué interés tienen en defender a ultranza un proyecto y un empresario que -supuestamente- han ocupado suelo que no era suyo?
Eso sí, la Policía Nacional nunca investigó en Armilla ¿¡porque nadie se lo pidió?! Serán celos, envidia, cortinas de humo. Tal vez la teoría de la conspiración no sea sólo una.