García Royo pensó, como Valle Inclán, que las cosas no son como suceden, sino como se recuerdan. Y dejó para la eternidad una frase gamberra y llena de alfileres al principio de su despedida: “Me han pegado una patada en el culo”. Genial.
Desde ahora, siempre evocaremos a Nino como el cerebro gruñón al que le dieron un puntapié en las posaderas por ser más brillante que el resto. Puede que este retrato no sea fiel a la realidad, pero se escriben más biblias sobre el recuerdo que sobre las certezas.
Me gusta la lista del PP, porque hasta los que se van hablan y se mean fuera del tiesto. No como en la de Torres Vela, un catálogo de muñecos de cera -a ver si así los cabreo- en la que un día escucharemos a alguno balbucear y nos llevaremos un susto.
El viernes presenta oficialmente su equipo el candidato socialista en el Palacio de Congresos, con la presencia de Manuel Chaves, no en vano, el que le metió en esta batalla para recuperar Granada, la que expulsó a Boabdil y a Nino, que ha entrado ya en la historia por un despecho.
Le han pegado una patada en el culo porque le pillaron de pie y no con el trasero calentando un sillón y un pesebre. El alcalde y Arenas tendrán que buscar buenos argumentos para convencer a García-Royo, lengua de serpiente. De lo contrario, Nino les pondrá en un compromiso.
Y no será una patada en el culo. Dolerá como un puntapié en la entrepierna. vamos, en los huevos.