Un día me declaré fan de Manuel Armillas (Armillicas) porque soy así de raro; y a los pocos días me borré, porque después de haber tenido en jaque a la Federación de Cofradías le entró el canguelo y se echó para atrás sobre los pasos que nunca anduvo.
Y hoy voy a hacer lo mismo con Nino (comparaciones odiosas), porque si hace una semana puso dos planes parciales sobre la mesa y se meó fuera del tiesto, ahora anda con su romance de novia despechada llorando sobre los hombros de quienes durante cuatro años le han estado haciendo la puñeta. O lo que es lo mismo: para joder, Nino se acuesta con quienes le han jodido.
Lo repito: la decisión de Sebastián ha sido equivocada y ha venido a destiempo. De las explicaciones para qué contar. Pero la romería llorona de Nino es una pantomima de mosca cojonera, un tanto hipócrita y párvula. Ahora resulta que, los que aprovechaban cualquier desliz para atizarle una guantada sin mano, consideran que Nino es el cerebro del populismo de Pepe Torres. Y al contrario, Nino se va de camaradas con los que hasta hace dos días eran perros judíos.
Todo muy empalagoso y macarra.
Si lo que cuenta el portavoz municipal es mentira, Pepe Torres no debe de tardar un segundo en destituirlo. Si es verdad, Nino debería de irse para no ser cómplice de tantos compadreos.
Si tan molesto está con sus compañeros de viaje, que dimita, sólo así ganará la credibilidad que está perdiendo entre dimes y diretes.