Ha empezado el meneo electoral. Las primeras promesas ya las habíamos oído antes y sigue el mismo ritmo mortecino que una tarde nos dejará grogui. No sé por qué, pero esta campaña no me transmite todavía el ‘punch’ suficiente. Nos hemos plantado en los últimos quince días pensando que en algún momento todos tendrían que despertar. Y ahí seguimos.
Empieza y toca mojarse, como ya están haciendo los ‘rumoreadictos’ en sus comentarios.
De entrada, Torres Hurtado parte ganando. Su equipo lo sabe, y por eso teme tanto que suceda lo contrario. Lo he dicho alguna vez, Torres Hurtado se ha enfundado con tanto empaque el traje de alcalde que parece que nunca hubiese existido otro antes ni lo vaya a haber. Su discurso es simple y efectista: ‘Granada está guapa’. En definitiva, Torres Hurtado ha aprendido a hablar sin meter la pata y con eso le ha bastado para ganar unas elecciones y gobernarnos durante cuatro años.
No percibo en Granada la sensación del cambio y ése es el mayor problema con el que se va a encontrar Torres Vela, que además pretende ser moderado y sensato, algo que puede servir para jugar a la brisca pero no para la política. Desgraciadamente.
Torres Vela aporta las metáforas y Torres Hurtado los adjetivos.
El ciudadano de a pie, el que no está vinculado a ningún colectivo ni corriente de opinión, se planteará por qué no debe de votar al actual alcalde. Le ha arreglado su calle, ha sacado pecho por los granadinos… Si le subió el IBI un 30% fue culpa de Zapatero y los sociatas. Al fin y al cabo, para qué queríamos una EXPO en 2012 si para entonces no quedará un metro cuadrado libre en la Vega donde ponerla.
La estrategia de Torres Vela debe de pasar por explicar a los granadinos qué ha hecho mal este alcalde, los motivos por los que no deben de votarle. Si encuentra los argumentos y pilla a Torres Hurtado en un renuncio podría colocar al PP en un aprieto, porque en el fondo todo depende del baile de un concejal.
De entrada, la cosa se queda como está.