Hay algún delegado y algún soplagaitas -y no son el mismo- jactándose en público y en privado con la chorrada del metro y del Parque Nevada. Dicen que apenas son tres metros los que incordian el trayecto de la maquinita, poca cosa que se puede solucionar desmontando una escalerita por aquí y con un apaño por allá. Nadie se sonroja por que un constructor y dos ex hayan permitido con descaro que se levante el Parque Nevada a lo doble de ancho sin importarle ni lo mío, ni lo tuyo, y sobre todo, ni lo nuestro.
Lo he dicho y me reafirmo: el tramo del Nevada que estorba a la línea uno metropolitana es de 150 metros. Lo sostengo porque así me lo dijo por tres veces un asesor directo de la consejera de Obras Públicas y porque así consta en los informes oficiales que he visto con mis propios ojos.
El problema no es de lo que está construido. El obstáculo es que el metro tiene que pasar por terrenos que, en teoría, están ocupados por el parque comercial, aunque aún no se hayan convertido en hormigón.
Si van y lo ven se darán cuenta. Lo que estorba es toda una rampa de un centenar de metros. Una rampa, por cierto, para subir al sótano. No sé si se habrán dado cuenta del truco. Para subir al sótano.