Rumore se va de vacaciones, que inmerecidas se las tiene. El termómetro se ha puesto a cuarenta grado pero los cotilleos, que de ellos depende este blog semiclandestino, están bajo cero. Me largo, me piro. Y le voy a tirar camino de Málaga y Sevilla que es autovía.

Llega otro verano de atascos, de promesas incumplidas, de autovías con más añadas que el vino de las Bodas de Caná, de jueces en el limbo, de políticos embusteros y de periodistas tan chulos como ignorantes -por meternos a todos en el mismo repaso-.

Penúltimo verano de conos y atascos en la Costa; siempre el penúltimo. Que no es que los plazos no se cumplan, es que no sabemos interpretarlos.

Otra temporada que no conseguí un sueldo de asesor, que nadie me regaló ni un detallito tan mínimo que ni siquiera fuese soborno. El año en el que nos dejó Nino por la puerta falsa.

Pero los que se fueron se van colocando. Eva de portavoz de un partido en el que los que hablan son otros. Nino, carretera y manta sin mendigar un sueldo. Illescas a lo suyo, que cualquier día le ofrecen ir en una lista y lo mismo tiene que decir que sí. Pero lo que me ha sobrecogido las entendederas ha sido escuchar que Balderas puede aterrizar en una gran empresa relacionada con la construcción y la obra pública.

Desde luego cada día soy más tonto.