Regreso de vacaciones con la ciudad a punto de ser atacada por otra plaga de estorninos. Recuerdo que a Nino -ese hombre que no encontró hueco en la nouvelle cocine de Torres Hurtado- le gustaba mucho eso de cazar estorninos y espantar palomos cagones.
Pepe ha dejado con mando en plaza a Vicente Aguilera, que es como el bracero de un gobierno pitiminí, de bikini de Loewe, playa y lagarto Lacoste en el niqui para que se coma las medusas.
Y Vicente ha aprovechado la coyuntura para presentar en sociedad el cortacésped Recycler, que de una pasada te deja el jardín peinado y con la raya a la derecha. Es como el que reúne a los colegas en el salón, les pone un fanta y les enseña las fotos del viaje. O como si alguien convocara a la familia para descubrir en rueda de prensa una batidora.
Echo de menos a Eva Martín, la que cambió un puesto de asesora de 55.000 por la portavocía altruista del partido. Eva se metió con Luiggi de Haro, que está de moda, y el jefe de la Poli le ha metido una querella por hablar la última. Y Eva no puede decir que estas cosas van en el sueldo.