Las entradas del Mundial de Alemania anuncian burdeles. Para un macho esto debe de ser la cuadratura del círculo: fútbol y putas. Las diputadas del PSOE, entre ellas las granadinas María Escudero y María José Sánchez, han montado una campaña contra esta publicidad sexista -de sexo-. No sé de qué se extrañan; lo raro sería que los boletos del Mundial anunciaran los clásicos latinos encuadernados y con letras bordadas en oro. Es más fácil que un fervoroso aficionado celebre la victoria y la derrota de su equipo en una casa de lenocinio que en una biblioteca. Por eso han llevado in extremis hasta Berlín a 60.000 señoritas para asistir la demanda que se presume. Ahora ya comprendo a qué se referían los aficionados cuando cantaban eso de ‘a por ella, oe, a por ella, oe’. No me refiero a la mujer que libremente decida hacer de su coño un sayo; que yo me habré prostituido tantas veces y por menos dinero. Cosa diferente son las que viven bajo el yugo de chulos analfabetos, jeringuillas prestadas, mafiosos ‘pichacortas’, y que se acuestan con machos que no se le empinan. No sé hasta dónde llegarán las diputadas socialistas. Sobre todo en un país donde la defensa de la mujer se confunde con evitar a toda costa que se vean las bragas de doña Leticia. Bragas ‘princesa’, por supuesto.