
Llego a Almería en busca de rumores que llevarse a la tripa, aunque mi estómago no anda con ganas de fiesta en estos días de jornada continua y ardores de ida y vuelta. La última vez que atravesé la 340 desde Granada hasta la capital almeriense iba con el asesor de Teófila Martínez, en la anterior campaña de las autonómicas. La velocidad no la cuento (ni la olvido).
En el mismo hotel donde ahora me alojo, en Aguadulce, me esperaba la entonces candidata del PP porque estábamos citados en entrevista. Tras hacerme esperar varias horas, Teo me dio plantón, cosa a la que me tiene acostumbrado el sexo femenino desde mucho antes de llegar al periodismo.
Es cierto que Teófila me atendió después en la sede del PP en Almería, con unos ojos tremendamente redondos. Me contó Teo uno de esos titulares que humanizan a los políticos cuando no hablan de segundas modernizaciones ni municipalismos: «Ha sido muy duro tener que vencer la timidez a los cuarenta y tantos». Fue el último día de campaña, antes del 11-M.
Vuelvo a Almería por la misma carretera de serpientes e invernaderos. Y me cuentan que tal vez se produzca pronto una decisión judicial de calado que afecta a un asunto urbanístico de largo recorrido y amplia fama. Y me encuentro en Gádor -como en otros confines- con políticos de estómago ancho. No como el mío, que tiene ganas de bostezar y amanecer mañana.
Foto: J. J. Mullor