
Mi compañero Paco Perea tiene a la tragaperra contra las tablas. Pero Paco -fandistas enfandilado- quiere sacarle las tres sandías al violín, que es mucha provocación para tan poca suerte. Así que, de momento, sigue ganando la máquina de la leche y continuamos sin saber qué pasa cuando nos tocan los bidones.
Mientras tanto, en Almería me entero de que el alcalde de Gádor, parlamentario andaluz, ha faseado obras y un juez le acaba de anular un concurso en el que salió beneficiada una empresa afín al PP. Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando se parecen tanto entre sí. Eugenio Gonzálvez -que se llama el tipo- y José Luis del Ojo, el diputado nacional por Granada.
A Eugenio lo he visto sólo una vez y tiene pinta de chulo. Eso no lo elige uno. Y Eugenio tiene cara de cuarenta en bastos como yo la tengo de pardillo. Me lo encontré el domingo pasado camino del partido de fútbol, acompañado del secretario del Ayuntamiento, el mismo que -en teoría- le está puteando y haciéndole la cama en plan caníbal. Esto lo único que demuestra es que Eugenio tiene buen corazón.
Es altivo y llorón, según marque el guión, y le vacila a los periodistas a golpe de puntapié. Es lo que le pasa a estos personajes, que le echan pelotas a los pringaos hasta que llega un juez y dicta sentencia.
No sé hasta dónde andará enfangado. Si ha sido demasiado listo o si es una víctima de sus propios compañeros. Por lo pronto, sí que me pareció un maleducado. En fin, es política.