El alcalde de Atarfe ya está en el banquillo. Hay cosas que no pueden evitarse. Mientras todos nos hacíamos trozos las entendederas para comprender la alta ingeniería urbanística que practica Víctor Sánchez, la encerrona le ha llegado por un chanchullo medioambiental. Han podido más 120.000 toneladas de Alpechín que mil enjambres de ladrillos. Me cuentan que el juicio está siendo tenso, que la actuación del fiscal es de película y que Víctor lo está pasando mal, incluso físicamente.
El alcalde atarfeño, fuera de su círculo de influencia, está solo. El partido no va a sacar la cara por él y servirá su cabeza en bandeja de plata a poco que se produzca una sentencia. Puede ser por Raja Santa. El jueves se conocerán las conclusiones de un juicio a cara de perro. Y Víctor se quedará pendiente de la sentencia.