Andalucía ‘é lo que é’; primer artículo de un estatuto intrínseco que nos hemos inventado en este blog porque el estatuto de los políticos no nos importa un bledo. Y es lo que es en Almanjáyar, donde los gitanitos se enfrentan a la vida a pecho descubierto, sin armaduras, aunque la metralla les agujeree la cartilla del paro. También ellos dan a veces una de cal y otra de arena. En Almanjányar he conocido a José Luis Donaire, un técnico de la Junta que lleva 13 años trabajando en este gueto; un suburbio con goteras, donde las ratas huyen despavoridas porque se les revuelve el estómago. Eso es Almanjáyar. Hay bloques de pisos que con sólo olerlos la pituitaria se retuerce como un calcetín y se te viene el mundo abajo. Y hay otros bloques donde los propios vecinos levantan tabiques nuevos para empezar desde cero. Almanjáyar no tiene poetas, y le sobran los chorizos. Pero también tiene un corazón duro como el esparto, que resiste las embestidas de esta puta vida. En Almanjáyar, como en tantas otras partes, hay de todo. A José Luis le han amenazado, le han querido y le han odidado… pero hoy es el Rey Midas del polígono, que transforma las buenas voluntades en oro. Yo llegué a Almanjáyar cargado de prejucios. No le quitaba la vista de encima al coche porque sospechaba hasta de mi sombra. He perdido la antena de mi megane. Me la quitaron en el Realejo; donde la güena gente va a tomar cervezas y a limpiarse las babas con una mano. Yo entre ellos.