“Ayer fue un nuevo día de un nuevo camino”, ha dicho hoy Nino García-Royo en tono bíblico, mirando al horizonte evangélico de su Gerencia, donde ya los sindicatos son una balsa de aceite. Si yo te entiendo Nino, que no es lo mismo organizar un concurso de balcones floreados o colgarse la credencial del Plan Parihuela que fajarse con los constructores y tragarse todos los marrones que pasan por este Ayuntamiento populista que reparte ceniceros para fumar en la calle y bolsas para las cáscaras de las pipas. Mañana se celebra otro pleno, y estoy tan inquieto como ante el último capítulo de ‘Pasión de Gavilanes’. Habrá un reto en la cumbre: Conchi -nuestra Conchi- se medirá a Vicente Aguilera, porque se ha dado cuenta de que tiene que ser ella la que tire del carro de este socialismo abatido que espera a Torres Vela o al que venga, que tengo prometido un artículo sobre el candidato titulado ‘No está todo dicho’ (más que nada por enredar un poco). Antes del pleno, los portavoces municipales se reunirán a las nueve de la mañana. Creo que ha tenido la culpa mi compañera María Angustias de la Calle, que hoy ha escrito sobre lo sucedido con el Defensor del Ciudadano (consultar artículos anteriores). Intentarán salir del atolladero con el pretexto de ‘aquí no ha pasado nada’. Y no es que yo sepa lo que ha ocurrido, pero como tengo espíritu de rumor prefiero pensar, aunque sea mentira, que como el futuro Defensor del Ciudadano tiene pasado comunista…