Andábamos Miguel Martín Romero y yo apesadumbrados y quejumbrosos, como un gato ciego en un callejón oscuro en una noche sin luna, desde que el feminismo internauta nos reprochó que hablásemos en este blog semiclandestino de nuestra Conchi, la concejala que le quitó al ‘torrehustadismo’ los pelos del pecho, que ya está bien de tanto […]