Recojo los datos que indica el blog Gastronomía y Cía, recordando que se acaba los graneles de los aceites situados en las mesas y barras de los bares y restaurantes. Según indica: “La normativa de las aceiteras irrellenables entró en vigor el día 1 de enero de 2014, pero hay un periodo de transición de dos meses, por lo que la nueva norma se hará definitivamente efectiva el día 1 de marzo. La hostelería apura el plazo para el cambio de las aceiteras rellenables porque no termina de aceptar la nueva reglamentación”. Dado “como está el patio” y la picaresca nacional, vamos a ver en muchos casos como se rellenan las mismas botellas por parte de ciertos y modestos bares de desayunos, porque que no le salen las cuentas comprar lindas botellas de Aceite de oliva Virgen Extra. Otra cosa es que estuviesen poniendo girasol, refinado o de orujo de oliva toda la vida. Pero dado que ya que se quiere controlar el origen y calidad del aceite que se pone en crudo, podían controlar también los inspectores de sanidad y consumo de los ayuntamientos, el aceite que “gastan” muchos negocios hosteleros en sus cocinas. Yo le pediría a nuestros ilustres veterinarios y a su Real Academia que realicen un estudio bromatológico del tipo de grasa que se utiliza en los restaurantes andaluces y españoles. Nos vamos a llevar muchos sustos. Podían darle previamente un cursillo a mi amigo el cocinero Chicote, para que también saque los colores a los que usan aceites malos para la salud.